Si por algo destacan los repertorios interpretados por el violoncelista Josetxu Obregón (Bilbao, 1979) es por su capacidad de trasladarnos en el tiempo. Años de dedicación e investigación en la materia han convertido a Obregón en un artista cuya profesión es, a la vez, su hobbie. El artista fue profesor del Real Conservatorio Superior de Madrid durante 15 años, y ha sido galardonado con más de 13 premios en concursos nacionales e internacionales.
En 2008 fundó La Ritirata, una formación dedicada a la interpretación histórica con la intención de redescubrir repertorios del Barroco, Clasicismo y primer Romanticismo.
Hablamos con él a su paso por la segunda edición del Festival Muribalta.
Pregunta. Tu disco CelloEvolution es un viaje en el tiempo a través de la música. Partiendo de esa base, ¿qué es para ti la música?
Respuesta. Aunque ahora mismo la respuesta rápida sería que la música se trata de mi profesión, de lo que vivo, en realidad es mucho más que eso. Creo que desde joven descubrí que podía expresar muchas cosas con el violoncello (y con otros instrumentos que tuve ocasión de aprender en mi juventud), y hoy en día me encuentro muy satisfecho de poder decir que mi profesión es además uno de mis hobbies. Disfruto con lo que hago, que es hacer música.
Y más aún cuando, como en este programa, hacemos como bien dices un viaje en el tiempo.
P. ¿Qué particularidades tiene el violoncello respecto a otros instrumentos? ¿crees que se le da la importancia que merece o que se encuentra a veces eclipsado por otros instrumentos como el violín?
R. Siempre se dice que el violoncello es el instrumento cuyo timbre se asemeja más a la voz humana,
En este caso concreto, además, vamos a escuchar un violoncello barroco original de 1740 y restaurado con el máximo respeto a lo que era el violoncello en el barroco. Carece de pica, está montado con cuerdas de tripa, proporciones de todas las partes que conforman su montaje desde el puente, batidor, cordal, alma y barra armónica, etc.
Todo esto hace que tenga un sonido muy especial, un timbre más redondo que un violoncello moderno, que además creo se apreciará de maravilla en la acústica de mi concierto en Muribalta. En los comienzos del barroco estaba, efectivamente, eclipsado por el violín y otros instrumentos agudos, y justamente de este tema trata el concierto, de los comienzos y la evolución del violoncello, cómo paso de un instrumento acompañante a un instrumento solista.
P. ¿Qué te ha aportado a nivel interpretativo y de gustos musicales a interpretar cada una de las formaciones en las que has participado?
R. He aprendido mucho de la época en la que estuve colaborando con otras formaciones: al principio de las orquestas modernas como la Concertgebouw de Ámsterdam, o grupos de cámara como el Trío Esterhazy o el Octeto Ibérico. Más adelante, ya dentro de la interpretación histórica, todos los años que pasé como primer violoncellista de l’Arpeggiata de Christina Pluhar, un grupo realmente famoso» dentro del mundillo, o de mis colaboraciones con Jordi Savaill y otros artistas.
De todo se aprende mucho: ver qué caminos quieres seguir y cuales no, qué maneras de hacer las cosas te inspiran y cuales no, conocer distintos públicos, diferentes maneras de entender la música…
Creo que fue un proceso muy formativo, que de manera muy natural fue dando paso a la época actual en la cual me centro de lleno en La Ritirata y en mis actuaciones como solista, ya sea a solo o invitado para otros proyectos.
P. ¿Existen piezas musicales que no son para todos los oídos?
R. Dejando a un lado los gustos musicales de cada uno, y centrándonos en la música clásica y de manera más concreta repertorios del barroco y clasicismo que son los que más a menudo abarco al frente de mi agrupación La Ritirata, así como en recitales como solista. He de decir que, de algún modo, es un tipo de música que se siente más cercana a todo tipo de públicos.
Vemos muy a menudo como gente que se ha distanciado de la música contemporánea o de las grandes producciones de óperas larguísimas, se siente más cómoda con músicas del barroco. En todo caso, dentro del programa que voy a interpretar, obviamente la música de Bach es una maravilla, de ahí que funcione especialmente bien combinarla, alternando con las piezas más tempranas escritas para el violoncello, para que el resultado final funcione para todo tipo de oídos.
P. Hablando un poco del programa preparado para Muribalta, ¿qué más nos vamos a encontrar?
R. Un programa que nace del interés por conocer cuál fue la primera composición para cello solo de la historia, cómo sonarían las primeras piezas de cello sin acompañamiento y qué repertorio a solo se había escrito antes de que Bach compusiera sus monumentales suites.
La selección contenida en el concierto trata de mostrarnos la rapidísima e interesantísima evolución que sufrió el repertorio, ligado a la evolución del propio instrumento, de las cuerdas utilizadas o de las capacidades técnicas de los intérpretes.
Y aborda el origen en los violonchelistas de la capilla musical de la basílica de San Petronio de Bolonia del siglo XVII, sigue su evolución con las piezas de otros compositores, y culmina con la cumbre del repertorio: las extraordinarias Suites que Johann Sebastian compuso en el palacio alemán de Cöthen. Lo grabé recientemente en el CD del mismo nombre, que tras muchos CDs al frente de La Ritirata, ha sido mi primer CD como violoncellista a solo.
P. ¿Qué impresiones tienes al interpretar este repertorio en la segunda edición de Muribalta?
R. Va a ser mi primera actuación en este festival, y he visto que tiene una programación y trayectoria estupenda. Ha crecido mucho desde la primera hasta la segunda edición, lo cual es una estupenda señal.
Estoy deseando poder hacer este programa tan especial y les deseo todo lo mejor para próximas ediciones, ¡siempre es una alegría inmensa para el sector cuando nace y se consolida un festival nuevo!